Red Angeell, una mamadora de primer nivel

No nos engañemos, una buena mamada puede cambiar el rumbo de la historia de una pareja. No hablamos de esos lavados de pito comedidos, con los labios fruncidos como si estuvieran chupando una piruleta. No, nos referimos a cuando la mujer domina el arte de la garganta profunda, con esa mezcla de saliva generosa, ritmo hipnótico y mirada de «voy a dejarte seco». Estamos hablando, en definitiva, de una experiencia religiosa que ni diez mil fumatas blancas pueden igualar. Primera lección: la humedad es sagrada. Hablamos de baba auténtica, de esos hilos de saliva que conectan labios con glande cuando retroceden; de ese sonido obsceno de chupón húmedo que retumba en la habitación. Segundo mandamiento: la garganta es el arma secreta. Nada impresiona más que ver desaparecer toda la longitud del miembro entre esos labios carnosos, sintiendo cómo la campanilla acaricia el manubrio erecto. Final a la altura: cuando notas que estás al límite, la verdadera artista no retrocede, ajusta el ritmo para que te corras directamente en esa caverna caliente, tragando como una campeona mientras sus uñas se clavan en tus muslos. Ese susurro ronco de «¿te gustó, papi?» con la boca todavía brillante es la guinda del pastel.

Este post ha sido publicado por Nergal. Ahora tú también puedes compartir con la comunidad de Orgasmatrix tus propias noticias, reseñas, o cualquier hallazgo pornográfico que consideres interesante.

Comentarios

Hola, usamos cookies. Si continúas navegando, aceptas nuestra política de privacidad.