Anya Olsen ha cumplido una década en el porno, y sigue siendo la misma bomba compacta de siempre, aunque con cambio de look incluido, primero de morena ardiente, ahora de rubia candente. Da igual el color de cabello, lo que nunca ha variado es su cuerpito compacto, sus tetas pequeñas y firmes, ese culito redondo y esa cara capaz de pasar de angelito a diabla en cuestión de segundos. Con casi medio millar de escenas como legado sexual hasta la fecha, Anya ya no necesita presentación, cuando aparece en pantalla, sube la temperatura hasta en un iglú, y ojo, en su mejor época directores como Greg Lansky o Jules Jordan se la rifaban. En 2020 se tomó un descanso, regresó dos años después, y aunque ya no rueda con la misma frecuencia, cada escena nueva es un regalo para sus seguidores.

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