En The Sex Break, Violet Starr y Chad White empiezan con la típica promesa absurda de nada de sexo. Pero Violet juega sucio —y delicioso—. Se va acercando, se contonea, se ríe con esa carita de “no estoy haciendo nada malo”, mientras pone a mil por hora a su amante y a los espectadores. Y es que la sexualidad rezuma por todos los poros de la piel de esta morena ultramorbosa. Cuando por fin cruzan la raya, todos están a punto de gritarle a la pantalla que se dejen de historias y follen de una vez. Precisamente, el momento en que se rinden a la tentación resulta glorioso, tal y como pasa en la vida real cuando la espera es larga y las ganas irreprimibles; cuando toda esa tensión sexual acumulada estalla y el acto sexual se convierte en una experiencia celestial imposible de igualar.
Anal extra

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