La luna se reflejaba en las aguas cristalinas del río que cruzaba Ciudad Celeste. Vaporeon emergió de entre las olas, con su piel brillando bajo la luz plateada. Sus ojos destellaban con deseo contenido, y su cuerpo —ágil, elegante, irresistible— se deslizaba hasta la orilla como una promesa mojada.
Ahí estaba Twink, sentado en una roca, secándose el cabello con una toalla. Delicado pero definido, con una mirada traviesa y unas intenciones tan claras como el agua de donde salía Vaporeon.
—Llegas tarde —dijo Twink con una sonrisa torcida.
—Estaba… calentando motores —respondió Vaporeon, sacudiendo la cola para salpicarlo.
El agua resbaló por el pecho de Twink, haciendo que se le erizara la piel. Vaporeon se acercó, dejando que su aliento tibio rozara el cuello del otro.
—¿Tienes idea de lo mucho que me has hecho esperarte? —susurró Twink.
—Tenía que hidratarme… no querrás que mi pingón se deshidrate, ¿o sí?
Twink soltó una risa suave, pero sus manos ya estaban explorando la espalda húmeda de Vaporeon. Los cuerpos se entrelazaron con naturalidad, como si el deseo los hubiera llamado desde antes de encontrarse.
Vaporeon deslizó su lengua sobre el pecho de Twink, bajando lentamente, provocando escalofríos. Twink gimió quedito cuando sintió las caricias que se iban volviendo más y más atrevidas. Su tula ya no podía ni disimular la emoción.
—¿Quieres que te enseñe mi movimiento tipo Agua? —susurró Vaporeon con una sonrisa ladina.
—Dámelo todo. No contengas ni una gota.
Y así, bajo el murmullo del río y el canto de un par de Pidgeys perdidos, comenzaron a moverse como en una danza acuática. Sus pingones se encontraron, se rozaron, se empaparon de deseo mutuo. El ritmo se volvió más intenso, los jadeos más sonoros, y el calor más denso que el vapor de las termas de Pueblo Lavanda.
En algún momento, Twink gritó de placer mientras su espalda se arqueaba como si estuviera haciendo un ataque especial. Vaporeon le siguió poco después, dejando escapar un suspiro profundo, tembloroso, salpicando la escena con todo su poder húmedo.
Se tumbaron juntos, aún sin aliento, con el agua envolviéndolos como una sábana caliente.
—Definitivamente… eres mi tipo Agua favorito —murmuró Twink, sonriendo.
—Y tú… mi debilidad más fuerte.


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