Belle Knox

Delgadita (solo 42 kilos de peso), poco voluptuosa y no demasiado agraciada, el impacto de Belle Knox en el porno fue más que considerable, y eso que ni siquiera destacó especialmente por su talento, su desparpajo frente a la cámara o alguna capacidad particular para la experiencias extremas. Fue un impacto totalmente político: Belle se introdujo en la industria durante sus vacaciones primaverales de la universidad para pagarse la carrera y cuando regresó de aquella aventurilla, sus compañeros de la facultad de Duke descubrieron qué había estado haciendo y no dudaron en difundir sus vídeos para humillarla y acosarla. Lo que podría haber acaba con su reputación, haciéndola dejar la universidad, convirtiéndola en una paria social o algo todavía más siniestro y trágico acabó por servirle de trampolín ideológico y de motivación para echar a andar en el mundo del activismo.

Resultó que Belle era mucho más lista que ese montón de paletos malintencionados, así que aprovechó aquella campaña de desprestigio para salir a la luz pública usando su verdadero nombre y dar la cara en los medios y las redes sociales para explicar su historia.

Fue uno de los primeros y más sonados casos de empoderamiento a través del porno, una perspectiva que ni siquiera tiene que ver con el género sino con el uso de la libertad sexual como vehículo para reafirmarse en una sociedad mojigata y mezquina. Decía que su carrera en el porno le permitió disponer de autonomía económica (ganaba por una escena cuatro veces más que en una semana de su antiguo empleo como camarera) y de vivir experiencias sexuales a su gusto.

Tras el aluvión de entrevistas y artículos que ella misma escribió para numerosos medios, y después de involucrarse en numerosas iniciativas activistas relacionadas con los derechos de los estudiantes y las libertades sexuales, Belle anunció que dejaba aparcado el porno para centrarse en su formación especializada en sociología y estudios de la mujer.