No se sabe con seguridad cuándo se produjo la llegada del porno a la cultura japonesa, pero sí es bien conocido el culto por el shunga, las famosas representaciones visuales de encuentros sexuales entre geishas y samurais o señores feudales. Con el fin de la era Edo y la llegada del Meiji, la actitud hacia el sexo y su imaginería se volvió más restrictiva, provocando el nacimiento de un mercado negro controlado por la mafia Yakuza, que se ocupaba de generar contenido erótico al que era muy difícil acceder desde fuera.
La serie de fotografías que sigue fue hallada hace poco oculta bajo los cajones de un escritorio perteneciente a una prestigiosa colección de muebles antiguos en Osaka. Su origen, según afirman en Richardson Magazine, es claramente underground, se trata de material producido nunca más tarde de la Segunda Guerra Mundial, y sus protagonistas son con casi total seguridad miembros del crimen organizado nipón, la Yakuza, que por lo visto tenían muy claro que debían centrar la atención en los genitales e ignorar las caras.
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