Sus ojos felinos, sus facciones hermosas y su descaro ante los focos podrían acaparar mayor atención en el circuito pornográfico de los Estados Unidos, pero quizá su cuerpo escueto le limita en ese aspecto en un lugar donde se suele recurrir a lo grande en todos los aspectos. Lana Smalls inició su carrera durante el encierro por el puto Covid, pues se cansó de los sugar daddies, abrió un OnlyFans para probar y acabó haciendo carrera en la industria. Entre sus “rarezas”, destaca una rara afección (hipersomnia), que hace que duerma de 22 a 26 horas seguidas sin que nadie la despierte. Pero su faceta de lirón, Lana dice reírse de todo y se caracteriza por su irreverencia (“una vez toqué una armónica con los pedos vaginales, y sonó bien”) y por su amor por el caos organizado. En los sets de transforma en una superzorra con un propósito artístico, pero que no piensa hacer anal ni aunque le paguen en oro: “no pienso dejar de comer por una escena”.







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