La travesía pornográfica de Lolly Dames

A los 37 años, Lolly Dames ya no tiene que demostrar mucho. No es la pornstar más guapa ni la más famosa, pero está hecha de esa madera que le permite ser reclamada por no pocas productoras: constancia, morbo y cero complejos. Antes de iniciarse en el porno, se pasaba la vida en altamar, pues estuvo diez años trabajando en cruceros en la ciudad Fort Lauderdale, donde organizaba desde clases de yoga hasta fiestas temáticas para jubilados. Cuando la pandemia hundió el negocio de las travesías en cruceros, Lolly se reinventó. En menos de una semana pasó de coach deportiva a camgirl, y pronto ya filmó su primera escena para BangBros junto a Hailey Reed, una amiga del circuito. Desde entonces, no ha parado. Su carta de presentación lo dice todo: “Ultimate Milf Doll. Todos los agujeros disponibles. Sin baterías”. Una MILF de manual, con grandes tetas tuneadas dos veces, labios retocados y un culo natural que no ha necesitado bisturí. Dice tener claro que el porno es un juego estratégico, como el ajedrez o el póker, y que llegará un día en el que deba dejarlo. Pero también sabe que aún le queda cuerda para rato.

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