Su piel es un lienzo repleto de arte o pintarrajos —según se mire— y sus cavidades han sido transitadas por incontables miembros masculinos. Además, su rostro y apariencia ya dejan claro que no se anda con chiquitas a la hora de acudir a los sets de rodaje. Nos referimos a una vampiresa llamada Megan Inky, rumana de nacimiento a la que le encanta rodearse de “percutores” erectos para que la taladren sin piedad, por detrás especialmente. Sus productoras de cabecera son Legal Porno y Evil Angel, lo que evidencia su gusto por las folladas salvajes. Tatuada, operada y ultrajada en sus escenas equis, un combo muy habitual entre un perfil específico de actrices porno con niveles de perversión casi demoníacos. A esta mujer no la endereza ni un exorcismo del nuevo Papa.

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