Kenna James lleva ya una década dándole al mambo y sigue incluso más implicada que en sus inicios. En «After Hours Spit-Roast» se la puede ver transitar pero el lado más rudo; puro sexo animal, sin rodeos e intensidad a raudales. De hecho, Kenna se entrega como una posesa, siempre con dos manubrios en juego que devora como hembra en estado de inanición. Y el colofón del encuentro resulta hasta inesperado, Nathan la coloca a lo vaquero y ¡zas! Doble penetración al canto. Ocho minutos gloriosos con doble ración de verga, mientras ella suelta esos gemidos guturales que ya son marca de la casa. Es la polivalencia de la señorita James, que lo mismo clava un rol más comedido en un escena de art porn, que se revuelca como una cochina en un charco de lujuria en metrajes mucho más viscerales. De hecho, es una todotorreno del porno, pese a su físico menudo y esa imagen de nuera perfecta.

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