En los 70, el mayor experto en tetas era sin duda nuestro adorado Russ Meyer, un cineasta que prácticamente basó toda su filmografía en el legítimo pilar del pecho femenino. Por fuerza tuvo que tratar con auténticos monumentos humanos, pero hubo una en particular que le robó el sentido: Kitten Natividad era una stripper mexicana de la que Meyer cayó prendado la primera vez que trabajaron juntos. Poco después, Kitten abandonaba a su marido para convertirse en la pareja del famoso tetófilo durante los siguientes 15 años. A Meyer se le conocien tres esposas, pero se dice que ninguna le caló tan hondo como ella. Y viéndola, tampoco nos extraña.
En los 80, las cosas no le fueron bien a Kitten, que empezó a abusar del alcohol en vista de que su físico empezaba a degradarse con los años y ya no era tan fácil encontrar trabajo, así que se introdujo brevemente en el mundo del porno y nos dejó un legado que, pese a no ser de calidad, merece la pena revisar.
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