El cuerpo blanco impoluto de la celestial Hazel Moore se funde con la decoración, predominantemente blanca, de los aposentos de Her Limit, donde podemos comprobar una vez más que “la cabra tira al monte”, de lo cual nos alegramos. Y es que Hazel venía de un periodo más recatado en el plano sexual, con una menor inclinación por las perforaciones inmisericordes por vía anal. Pero hasta las deidades más ardientes necesitan un hiato entre tanto trajín rudo para tomar un nuevo impulso. Y vaya si lo recibe por parte del señor Vince Karter, que la empuja por detrás sin muchas sutilezas.
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