El pasado 21 de mayo el mundo del porno volvió a vestirse de luto por el fallecimiento de la actriz Cynthia Gillig (también conocida como Echo Valley) quien perdió la vida en un accidente automovilístico. Según fuentes policiales la muerte pudo haberse evitado de haber llevado correctamente el cinturón de seguridad, pero por miedo a dañar sus implantes, la actriz siempre lo abrochaba por debajo del vientre. Negligencia que le causó la muerte cuando su vehículo impactó frontalmente contra otro en una carretera de Texas, provocando que saliera despedida por el parabrisas y muriera en el acto.
En esta ocasión los implantes fueron los causantes de una estúpida muerte pero a veces son auténticos ángeles de la guarda.
Lydia Carranza se encontraba trabajando en la recepción de un centro odontológico en Beverly Hills cuando un desconocido armado con un fusil semi automático entró a su oficina y le disparó directamente al corazón. Milagrosamente uno de los implantes de silicona absorbió el impacto e impidió que tocara el órgano vital. «Los fragmentos del proyectil se quedaron a milímetros de su corazón y de sus órganos vitales. Si no hubiera sido por sus implantes, no estaría viva», aseguró el Dr. Ashkan Ghavami a Los Angeles Times.
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