El porno como una de las bellas artes

Una pregunta puede surgir entre nosotros y nosotras, consumidores asiduos de material pornográfico, cada vez que por nuestras pantallas vemos los cuerpos de actores y actrices tomar posición para ejecutar las diversas coreografías que capturan nuestras miradas, imaginaciones y deseos: ¿Puede el porno ser considerado un arte? La pregunta parece generar otras indagaciones que es necesario plantear si queremos desmenuzar su complejidad para tomar precisión. Definiremos el arte como una representación de lo bello, o acaso, partiremos de que la estética como reflexión filosófica ha mostrado que el arte se relaciona de manera más general con la posibilidad de comunicar emociones y producir diversos impactos en los espectadores. También estaría convocada a la discusión la perspectiva del arte como una técnica capaz de imprimir formas sobre la materia, ya sea mediante la operación de los cuerpos o a través de diversos artefactos tecnológicos creados para tal efecto.

Como se puede deducir, cada uno de estos presupuestos puede sustentar la afirmación de que es posible concebir al porno como un arte, pero enseguida veremos que ciertos tipos de porno quedan fuera de tal consideración dependiendo de si partimos de una u otra definición. Si tomamos como referencia el concepto de belleza, surge enseguida la pregunta operativa sobre qué tipos de porno se centran en representar la belleza de los cuerpos (y de manera más platónica, la belleza de las almas y la verdad de sus actos). Cuerpos y almas bellas que actúan de acuerdo a la verdad virtuosa pueden identificarse en unas cuantas producciones, centradas no solo en la transmisión de placer, sino en la construcción de historias éticas que guían a los espectadores. La belleza de hombres y mujeres, sería entonces ese santo grial que buscaríamos en el porno como un arte no solo entretenido y placentero, sino virtuoso.

Por otra parte, si tomamos el arte como aquello capaz de generar un impacto emocional, la cuestión de la belleza quedaría completamente rebasada, y con ella la necesidad de representar la virtud en el porno. El impacto estaría entonces ligado a una gran diversidad de emociones, que irían desde el placer más personal e íntimo hasta el gran desborde de fuerzas (acaso sublime, irracional y cósmico) que entrecruzar los cuerpos en una orgía o un gangbang, pasando por la experiencia chocante del S&M o la promiscuidad del sexo público, sin olvidar la ternura y disidencia del porno Queer, o las grandes historias melodramáticas u obscenas que conciben al porno como un relato cinematográfico capaz de forjar narrativas. El porno como arte, estaría por tanto definido a partir de esos impactos emocionales e intelectuales, derivados de la puesta en escena o de las narrativas.

Por último, pero no menos importante, está la cuestión técnica. Si partimos del dispositivo tecnológico, la gran gama de procesos productivos que permiten la reproducción técnica de imágenes, permite comprender al porno como un producto audiovisual cinematográfico. En ese sentido, definir si se trata de un arte o no dependerá del análisis particular de cada caso, considerando los mismos aspectos que permiten evaluar las cualidades artísticas del cine no pornográfico. Por otra parte, si nos referimos a las técnicas corporales, es claro que antes de salir a escena los cuerpos de actores y actrices atraviesan las mas diversas preparaciones y transformaciones, desde los cuidados sanitarios y estéticos, hasta el desarrollo de fuerza y flexibilidad que los capacita para las más diversas prácticas y posiciones, sin dar por descontado el cuidado psicológico que acompaña cada escena. En ese sentido, las técnicas corporales del porno hacen de sus practicantes artistas del cuerpo, que transmiten diversas emociones con su puesta en escena, y con los dotes histriónicos que despliegan en cada caso.

Esta reflexión no pretende ser conclusiva, solo ofrecer algunas líneas para pensar y valorar el porno nuestro de cada día, para encontrar en su consumo no solo una fuente de placer y deseo, sino un índice de pensamiento que nos permita disfrutarlo de manera activa, para no ser pasivos consumidores de un deseo impuesto por otras y otros.

Este post ha sido publicado por urdidumbres. Ahora tú también puedes compartir con la comunidad de Orgasmatrix tus propias noticias, reseñas, o cualquier hallazgo pornográfico que consideres interesante.

Comentarios

Hola, usamos cookies. Si continúas navegando, aceptas nuestra política de privacidad.