El culazo que el porno desperdició: Nikki Stone

Ya sabes de qué va esto… ¡culos, hijo! ¡Culos gordos! ¡Culos monstruosos!

Nikki Stone tenía una cara normalita, poco volumen de tetas y le faltaba carácter para follar delante de la cámara. No transmitía hambre ni morbo real y, salvo por algunos dedos metidos en el culo, nunca hizo sexo anal de verdad. Para algunos era feíta, del montón y nada más, una pornstar olvidable. Pero para los amantes de los culos gordos —como yo— era una diosa caída del Olimpo: un culazo blanco, grande y bien repartido, de esos que hacen babear como enfermo y que podían plantarse de frente a las culonas más cotizadas del negocio sin achicarse.

Entró al porno en 2010 y aguantó hasta 2013. Rodó 26 escenas según Internet Adult Film Database (IAFD), aunque Data18 baja la cifra a 18. Sea como sea, fueron pocas, muy pocas, para el pedazo de culo que tenía. No le alcanzó para dejar una huella grande, pero sí para quedar tatuada en la memoria de los pajeros con buen ojo. Pienso que, si hubiera estado mejor asesorada o si hubiera hecho anal, quizás esta chica habría tenido mayor reconocimiento, pero por desgracia no fue así.

Después de eso, desapareció sin dejar rastro. No existe información fiable sobre su vida antes ni después del porno. Se fue en silencio, sin despedidas ni explicaciones. Hoy, en 2025, vive en el anonimato más absoluto, mientras su único y verdadero legado —ese culo glorioso— sigue siendo recordado por quienes saben apreciar lo que realmente importa.

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¿La recuerdas?

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