Cami Strella es la versión 2025 de “la vecina buenorra sin un pelo de tonta”. Americana, morena, con un culazo y un currículum que mezcla striptease, estudios de neurociencia y un máster en “cómo reventar tabúes sin despeinarse”. Confiesa que fue diagnosticada con autismo en su infancia, es poliamorosa y presume de ser culta y solidaria con los veteranos de guerra. Antes de las cámaras, sobrevivió sirviendo copas, desnudándose en clubs y haciendo de “sugar baby” para pagarse la vida. En lo personal, es queer, filántropa, escandalosamente hedonista y con un radar afinado para detectar billetes. Su historia no está exenta de drama: pasó su infancia en una secta, juventud recortada hasta los 25, y despegue de popularidad en TikTok, aunque eso provocó que tuviera que dejar los estudios.

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