En lo más profundo de su laboratorio secreto —una guarida repleta de cables, pantallas parpadeantes y fetiches inconfesables— el Dr. Xander Corvus, genio absoluto y millonario con demasiado tiempo libre, se obsesiona con un proyecto que haría sudar al creador de Frankenstein: dar vida a la muñeca sexual perfecta. Y es que su creación ha de ser ser obediente, tragona y programada para dar placer sin frenos. El resultado es la inigualable y pintoresca Bibi Bugatti, una rubia nuclear, con tetas que desafían la física, un culazo tan épico como artificial y un boquino exagerado con un poder de succión asombroso. En definitiva, se trata de un bimbo ciborg con más curvas que el Jarama y que, irremediablemente, ha ido a parar a la factoría de Brazzers (escena reemplazada por otra de la misma protagonista).

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