Ya se sabe que el hecho de que una actriz porno visite los aposentos de Dredd, el trípode humano, es más un deporte extremo que un encuentro sexual, debido al colgajo descomunal que tiene entre las piernas el monótono orangután con rastas. Pero la cosa cambia con arpías de la talla de la checa Kristy Black, una puta bestia parda en la cama que, además, está riquísima por donde se mire, por lo que no se puede pedir más a una actriz porno. Decimos que las circunstancias cambian porque esta tipa, con un legado sexual salvaje a sus espaldas, convierte a dicho deporte extremo en una plácida tarde de sexo anal, sin las complicaciones habituales que se dan en el apartamento de empalamientos del susodicho.


Comentarios