Esta filmación se titula Alexa 18 sado play dungeon scena y es, en su género, extremadamente sado. El sadomasoquismo es uno de los temas con mayor recorrido, con una abundante producción en la historia de la sexualidad, lo sabemos. Y que nuestra Alexa aceptó el papel creyendo que era un paso necesario para elevar su trayectoria a los altos vuelos del estrellato, lo especulamos. Uno se pregunta si Alexa sabía por lo que iba a pasar. La tortura a la que es sometida y, en consecuencia, sufre, llegó a un punto que, siendo yo un vouyerista curtido, me causaron repugnancia y, en el fondo rabia; muy lejos de la provocación del placer sexual.
El filme dura 52 minutos y queda abruptamente interrumpido, así que no se sabe cuál es su final definitivo ni su estado de postproducción. Solo se ve el apocamiento y el derrumbe emocional de Alexa 18, y queda la imagen imborrable de cómo la victima mira a su victimario. Perdida la voz de la palabra como aliento vital, solo le queda su agónica mirada dirigida de soslayo hacia el torturador.
En la última escena, Alexa 18, al borde del colapso, trabajosamente monta un taburete estrecho sobre el que, sin el equilibrio ni contrapeso de las extremidades, pues estas no cuentan con ninguna base de apoyo, al sentar ahí la zona vaginal, lacerada por anteriores punciones, se aplasta y oprime de tal forma que causan intenso dolor en la víctima, a tal grado que provoca el grito, exhalando verdaderos aullidos de sufrimiento. Es el último cuadro: Alexa 18, con su rostro congestionado de sufrir, coloca sus lastimadas manos en la cabeza y suspende en vilo sus hermosos muslos. Sus pies suspendidos en el aire, sus labios vaginales sangrados e inflamados reciben con dolor todo el peso de su cuerpo, y el aullido es aterrador. Aquí se interrumpe la grabación.
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