El mundo de las cabinas sexuales es un universo secreto, intenso y, para muchos, irresistible. Una puerta oculta que no todos se atreven a cruzar, pero que muchos desearían explorar. A diferencia de los clubes swinger tradicionales —de los que ya hemos escrito antes— las cabinas ofrecen una alternativa inmediata, directa y clandestina al deseo compartido.
Estos espacios, muchas veces escondidos dentro de sex shops aparentemente inofensivos, son verdaderos santuarios del placer. Ahí adentro se desdibujan los límites de la fantasía: desde encuentros privados entre parejas hasta juegos con desconocidos donde se enciende el morbo, la curiosidad y la carne.
Una de las principales desventajas de los clubes swinger es su horario. La mayoría abre entre las 10 y las 11 de la noche, con la verdadera acción arrancando ya entrada la madrugada. Si lo que buscas es un encuentro sin esperas, una experiencia rápida y encendida en pleno día, los clubes no siempre son la opción más práctica.
En cambio, las cabinas ofrecen un acceso más inmediato. Puedes entrar solo o en pareja, elegir entre espacios privados o compartidos, o incluso jugar en zonas diseñadas como playrooms para la interacción colectiva. Además, estos lugares suelen cerrar temprano —algunos antes del anochecer— lo que los convierte en el oasis perfecto para un encuentro espontáneo durante el día. Y si a eso le sumas que el precio promedio ronda los 100 pesos por persona, estamos hablando de una experiencia sexual accesible, clandestina y, sobre todo, sin filtros.
Esta guía te lleva por algunos de los lugares más discretos —pero ardientes— de la CDMX. Prepárate para entrar al lado más oculto y vibrante del deseo capitalino.
Antes de cualquier fantasía, la regla número uno es clara y no se negocia: no es no, y no se toca sin preguntar. En estos espacios donde el deseo fluye libre, el respeto es el único pase real al juego. Cada interacción debe ser consensuada, explícita y acordada. No importa qué tan encendida esté la atmósfera: aquí, la única manera de entrar en la acción es con permiso. Preguntar no rompe la magia… la construye.
1.- Intenzzo Obregón
Ubicado en una zona discreta pero accesible en la Colonia Roma, Intenzzo Obregón ofrece mucho más que simples cabinas: es un espacio que fusiona erotismo, privacidad y servicios exclusivos. En su interior operan también servicios de acompañantes, lo que eleva la experiencia a un nivel más personalizado e íntimo. No se trata solo de mirar o ser mirado, sino de diseñar encuentros a la medida de cada fantasía.
El ambiente se distingue por su tono más selecto y orientado al mundo del escort, aunque también es bien recibido el público en pareja. A lo largo del día se presentan pasarelas en lencería, programadas regularmente a las 3:00 p.m., 5:00 p.m. y 8:00 p.m., donde las modelos exhiben sensualidad y estilo en un entorno cuidado.
El lugar cuenta con servicio de bar, ideal para relajarse o iniciar la interacción con un trago. Es importante considerar que los domingos permanece cerrado, lo que refuerza su carácter exclusivo y controlado.
Les compartimos además un podcast con la dueña.
Av. Insurgentes Sur 275, Roma Norte, CDMX
Lunes a jueves de 11 a 22 hrs.
Viernes y sábado 11 a 24 hrs.
Domingo cerrado
https://intenzzo.com.mx/
2.- Erotika Luis Moya: deseo sin barreras
Ubicado en pleno Centro Histórico, este espacio se ha ganado su lugar como uno de los más explícitos y directos de la ciudad. Erotika Luis Moya ofrece cabinas privadas, zonas compartidas y un área especial para parejas, pero su mayor distintivo —y fetiche absoluto— son los glory holes activos, donde el anonimato es ley y el morbo se dispara.
Aquí, el juego va más allá del voyerismo. Es un escenario para quienes desean explorar la excitación sin rostro, donde las sensaciones mandan y las identidades se diluyen en orificios estratégicamente colocados.
Ahora bien, hay reglas implícitas que conviene saber. Si llegas acompañado de tu pareja, tienes acceso completo a la zona de parejas, donde se permite la interacción directa con otras parejas, ya sea para mirar, jugar o compartir. En cambio, si asistes como hombre solo, tu acceso estará restringido exclusivamente al área de hombres solos, donde el único contacto posible con las parejas será a través de los glory holes. Solo lo que pase del otro lado del muro… si alguien decide jugar.
Es este límite —entre el deseo contenido y el placer concedido— lo que convierte a Erotika Luis Moya en una parada obligada para quienes buscan adrenalina sin compromisos. Un espacio donde el anonimato no solo es permitido: es parte de la experiencia.
Luis Moya 5, Centro Histórico de la Cdad. de México, Segundo piso, CDMX
Lunes, miércoles y jueves
12:00 PM A 8:00 PM
Martes, viernes y sábado
12:00 PM A 9:00 PM
Domingo
12:00 PM A 7:00 PM
https://x.com/CabLuisMoya

3.- Erotika Eje Central: laberinto de placer
Si Erotika Luis Moya es el templo del anonimato directo, Erotika Eje Central es su sucursal hermanita… pero con un toque más teatral, más inmersivo y, definitivamente, más kinky. Ambas forman parte de la misma cadena y comparten la esencia del deseo sin filtros, pero esta sede tiene su propio estilo, uno que combina lo clandestino con lo escenográfico.
Desde la entrada, el ambiente lo marca todo: una mezcla entre sex shop y punto de encuentro erótico, donde las cabinas no son solo funcionales, son escenografías del deseo. A diferencia de su hermana, aquí se encuentran mesas, sillas y zonas de descanso, lo que transforma el espacio en una especie de precopeo sexual donde el cuerpo se relaja, las miradas se cruzan, y la química empieza a hervir con cada trago.
Pero el verdadero distintivo está dentro: un conjunto de playrooms, glory holes y cabinas con paredes semitransparentes que invitan al exhibicionismo moderado. Estás adentro… pero te pueden ver. Un juego de luces y sombras donde el deseo se insinúa más que se expone.
Y luego está el laberinto: un espacio cubierto por cortinas plásticas tipo tiras, como si caminaras entre una tela desgarrada que apenas cubre, que apenas esconde, y que te guía —casi hipnóticamente— entre pasillos, rincones y encuentros inesperados. Es como atravesar un umbral sensorial, una experiencia táctil y visual que mezcla curiosidad, tensión y pura anticipación.
En el corazón del lugar se encuentra una gran cabina con proyector, que funciona como un pequeño cine erótico. Pero aquí nadie solo observa: es un playroom colectivo, donde los cuerpos se mueven entre sombras y pantallas, sincronizados con la película o simplemente siguiendo su propio guion.
La temática es parecida a la de Luis Moya —anonimato, morbo, deseo sin filtros—, pero Erotika Eje Central tiene su propia firma: una mezcla de laberinto sensorial y erotismo compartido, pensada para quienes buscan perderse… o encontrarse.
Eje Central 119 1er Piso Colonia Centro, CDMX
Lunes, miércoles y jueves
12:00 PM A 8:00 PM
Martes, viernes y sábado
12:00 PM A 9:00 PM
Domingo
12:00 PM A 7:00 PM
https://x.com/DarkRoomEjeCent
4.- Cine Río: séptimo arte porno
En el corazón más explícito del entretenimiento adulto, Cine Río redefine el concepto de “cine en vivo”. Operado por la cadena Erotika, este espacio para adultos está dividido en dos zonas bien delimitadas: una dedicada a parejas heterosexuales y otra exclusivamente para el público gay. Cada sala tiene sus propias reglas… y sus propias fantasías.
Pero lo más interesante no está solo en la pantalla. Aquí, las películas son apenas el pretexto visual para lo que sucede entre butacas: cuerpos que se acercan, manos que exploran, bocas que callan. El erotismo se proyecta tanto en el celuloide como en los asistentes. Es una experiencia que no se observa, se comparte.
El guion no está escrito. Se improvisa, se respira. El ritmo lo marca la tensión colectiva, la penumbra, la música, la respiración ajena. El séptimo arte porno tiene aquí su templo, uno donde el espectador también puede —si quiere— convertirse en protagonista.
No hay más reglas que el respeto, el deseo consensuado y el morbo compartido. Y aunque la estética es más ruda que refinada, Cine Río ofrece una experiencia directa, intensa y absolutamente cruda… como debe ser el buen porno: sin censura.
República de Cuba 81, Centro Histórico CDMX
https://x.com/CabinasCineRio

5.- Vibra Sex Shop Zona Rosa: minimalismo erótico
Entre luces tenues, acabados cuidados y un diseño limpio que se aleja del estereotipo de los sex shops tradicionales, Vibra Sex Shop en Zona Rosa se posiciona como el espacio más elegante —y reciente— del circuito erótico capitalino. Aquí, la sensualidad no grita, susurra.
A diferencia de otros espacios más abiertos o explícitos, Vibra es exclusivo para parejas heterosexuales. Nada de espectadores solos, nada de interacción sin acuerdo: este es un santuario donde el deseo se vive en complicidad, y donde el consentimiento es el lenguaje principal.
No es un lugar de multitudes; de hecho, su reciente apertura y su propuesta más selectiva hacen que no siempre haya gente, lo cual puede ser ideal para parejas que buscan un encuentro más contenido, sensual, casi ceremonial.
Hamburgo 132, Juárez, Cuauhtémo, CDMX

Bola Extra. Parque de la Ciudadela: placer sin paredes
Hay lugares donde el erotismo no necesita paredes, ni techos, ni horarios. Basta con una mirada, un gesto, un cruce de caminos. El Parque de la Ciudadela, justo a un costado del mercado de artesanías que lleva el mismo nombre, se ha convertido en un epicentro del deseo improvisado, especialmente entre hombres, aunque también se han visto parejas —e incluso, algunas muy reconocidas del porno amateur mexicano— grabando encuentros que luego circulan por X (antes Twitter).
Aquí no hay cabinas, el parque se transforma con la caída del sol: las bancas, los árboles, los pasillos oscuros… Todo se vuelve parte del escenario. Los códigos del cruising —miradas sostenidas, caminatas repetidas, pausas estratégicas— se entienden sin necesidad de palabras.
Lo que sucede ahí puede durar segundos o convertirse en un encuentro largo y filmado. Es uno de los puntos más activos —y notorios— de cruising en la CDMX, con reputación ganada no por su infraestructura, sino por su energía cargada, casi magnética. Este no es un lugar para todos. Pero para quienes lo saben leer, la Ciudadela es un oasis urbano donde el deseo fluye libre, sin muros, sin guiones y sin pedir permiso.
Más allá del tabú
Las cabinas sexuales —y sus extensiones públicas— en la CDMX son territorios de libertad íntima. Espacios donde el deseo puede manifestarse sin filtros y donde los cuerpos dialogan en códigos que trascienden las palabras. No son solo puntos de encuentro, son manifestaciones urbanas del derecho al placer.
¿Morbo, cultura, exploración? Tal vez todo a la vez.

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