Parece difícil que los morros de August Ames vuelvan a tener la proporción perfecta de sus primeros trabajos, que su apariencia vuelva a ser la de la diosa distante que proyectaba en sus inicios y que su actitud haga una regresión hasta ese estado de timidez relativa que ha sido sustituida ahora por la sobreactuación rayana en lo histriónico. Es una pérdida, aunque no se haya retirado, pero la versión actual de August hay que saber apreciarla simplemente como algo distinto, como si fuese otra persona. Cuando uno olvida la August novata y se centra en las cualidades de la August experimentada se da cuenta, como en su escena más reciente para Brazzers, de que también es capaz de darnos muchas alegría.
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