Lucy Li

Aparece como nacida en Munich, Alemania, en algunas bases de datos pero en realidad es solo una forma de escapar al tópico que sin duda Lucy Li encarna: que es de República Checa y que las pornstars y modelos eróticas nacidas en aquel país son absolutamente increíble, guapísimas a rabiar, de cuerpos perfectos o incluso ambas cosas a la vez. El caso de Lucy es de estos últimos: ojazos azules, rostro angelical de expresión tímida, tez clara, melena oscura, pero es que además de todo esto su gran argumento en la profesión pornográfica es un par de pechos absolutamente perfectos, dos obras maestras de la genética y la anatomía que podrían pasar perfectamente a la historia como las tetas más bellas de este negocio. O, como mínimo, estar en un top5.

La relación de Lucy con el porno empieza gracias al auge del glamcore, que es una corriente suave y esteta del porno explícito a la que le debemos algunas de las más bellas starlets de la última década, mujeres que quizá nunca se habrían atrevido a debutar con otras propuestas de porno más exigentes y menos accesibles. La timidez de esta checa era algo que impregnaba todas sus primeras escenas, pero a medida que pasaron los años se fue soltando más y empezó a rodar también con productoras más convencionales y con menos remilgos, aunque son una minoría en su filmografía principalmente formada de escenas eróticas masturbatorias y lésbicos, su especialidad.

Quizá lo más sorprendente en la trayectoria de Lucy es cuando a finales de 2016, ya con tres años de carrera, dio un vuelco a su apariencia física engordando varios kilos. No estuvo ni por asomo cerca de la categoría BBW, solo cogió algo de peso, pero el resultado fue increíble: solo aumentó de tamaño lo que debía hacerlo, y en cuestión de meses su cuerpo armonioso se convirtió en una colección de curvas de lo más exuberante, con un pecho que aguantó el aumento con firmeza y se empezó a parecer al de Gianna Michaels, las tetas más deseadas que jamás aparecieron frente a una cámara.