Ginger Lynn

La séptima mejor pornstar de todos los tiempos según AVN, Ginger empezó de una forma algo sórdida en la industria. Tras la muerte de su padre se mudó a California y conoció a un amigo de la familia con el que entabló una relación. Ella era joven y él probablemente un caradura, así que durante un tiempo vivieron de lo que la bella rubia ganaba aquí y allí, así que entró en contacto con una agencia y puso su cuerpazo en el mercado del porno. El primer empleo lo tuvo en una sesión para Penthouse, y como en aquella época aquel era el mejor difusor de fama en la industria, las productoras no tardaron en llamar a su puerta para ver si estaba dispuesta a comerse el rabo de Ron Jeremy mientras la filmaban.

Con un físico que recordaba remotamente al de Madonna, lo que le dio más fama fue un talento y unas ganas fuera de lo común a la hora de realizar prácticas como el anal o la doble penetración, que a mediados de los 80 no eran demasiado comunes en el circuito comercial, y también una gracia insólita en decir marranadas mientras follaba. Tanto buen hacer le valió para convertirse en la primera chica de contrato en la todopoderosa Vivid, y su filmografía se dilató en cantidad y calidad hasta que decidió retirarse para probar suerte en el cine convencional, donde solo conseguiría papeles en producciones de serie B, algún videojuego y unos pocos videoclips, entre ellos “Turn the Page” de Metallica.

Trece años después, en 1999, volvía al porno para grabar una breve miríada de películas de considerable presupuesto para volver a retirarse.

En 2006 viviría una tercera juventud rodando varias escenas de calado especialmente hardcore para productoras como Kink hasta 2010, cuando se producía su marcha definitiva.