Es el fin de una era. Hace años el porno, el erotismo y los clubes de striptease eran la única fuente de fantasías sexuales más o menos explícitas y gobernaban el monopolio de la perfección física sin atajos ni trucos: cuerpazos desnudos sin trampa ni cartón, coronados por rostros bellísimos al servicio de una industria. Ahora la webcam y las plataformas para camgirls independientes ha democratizado este tipo de contenido: algunos hemos tomado ya conciencia de que, posando frente su ordenador en alguna habitación perdida de Kentucky puede estar una diosa sin paliativos que roce la perfección física como más determinación que las pornstars. Forest_Nymph es una prueba de ello.
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