Corridas en los ojos

A LA HORA DE CORRERSE LO MEJOR ES APUNTAR DIRECTAMENTE AL ENTRECEJO

Con la punta del rabo rebozada de babas y la base de los huevos bien apretada, se avecina el momento del primer lecherazo. El zumo blanco y espeso atraviesa el aire, pero no se pierde en vano, pues se derrama vistosamente sobre los ojos abiertos y expectantes de nuestra simpática compañera de juegos. Dicen que las pupilas son el espejo del alma ¿Y qué mejor manera de rematar la faena que correrse en el candor de los espíritus celestiales y gozones de nuestra entregada cochinilla?

Hay que ser generosos, generar un concierto de gemidos y ronroneos en cada uno de los rincones que adornan el cuerpo despatarrado de nuestra florecilla de cactus sedienta de leche en polvo. No debemos olvidarnos de visitar ninguna de las portezuelas del placer que nos procuran todas y cada una de la las aberturas que en ella asoman. Debemos llenarla de carne sonrosada y amor de hombre, siempre a ritmo cambiante y sorpresivo, sin prisas y en pequeños alborotos calenturientos. Y sabiendo a nuestra chica satisfecha, con los labios untados, la rajita bañada en su propio jugo dulzón, el ombligo empapadito en sudor y las tetas erguidas, ya podemos encaminarnos tranquilamente hacia la dicha del orgasmo.

Se aproxima la hora de disfrutar de nuestras últimas y sobradas embestidas. Los cojones bailan el mambo, son los reyes de la pista, rugen meneándose entre mareas de espuma golosa que buscan una salida a mar abierto. Abandonamos el chocho en un requiebro torero y nuestro capullo enrojecido se convierte en un surtidor de nata catapultada hacia la mirada atónita y repleta de deseo de nuestra amante perfecta: ahí va nuestro regalo, fruto del fuego interior, caldillo del buen amor, esencia de jazmines, cremita rejuvenecedora que hidrata, limpia y da esplendor.

A alguna mujeres les causa cierta inquietud convertir sus ojitos en salpicaderos lácteos, por lo que prefieren pertrecharse con unas gafas que sirven para detener el impulso de los chorros gelatinosos. Resulta altamente gratificante reconocer la espesura de nuestros fluidos sobre el vidrio ahumado o transparente a través del que nos miran. Entonces, puede que la muchacha se mueva sacudida por un repentino apetito que la impulsa a llevarse las lentes a los labios para lamer y sorber hasta la última gota de semen. La buena alimentación siempre es saludable.

por Johnny Laputta

Este post ha sido publicado por Fogardo. Ahora tú también puedes compartir con la comunidad de Orgasmatrix tus propias noticias, reseñas, o cualquier hallazgo pornográfico que consideres interesante.

Comentarios

Hola, usamos cookies. Si continúas navegando, aceptas nuestra política de privacidad.